domingo, 8 de mayo de 2011

Familia Dy'rak. 1ª Sesión.



El senador Pol-Taar se encontraba sentado en la mesa de su despacho mientras Lan Cai Zarkot, su piloto de confianza y consejero militar, permanecía erguido tras él con las manos a la espalda. Esperaban una transmisión procedente de la facción rival con la que compartían frontera, en un momento en el que sus relaciones podrían estar próximas a dar un giro a mejor tras varias generaciones de hostilidades. Cuando la pantalla holográfica se iluminó, apareció ante ellos un joven miembro de la familia Vorian, gobernadora de la región rival. El contacto, con un sentido del humor algo excéntrico, les informó de que tenían ciertos problemas para los que necesitaban cierta ayuda. Al parecer un asesino trataría de infiltrarse en una aldea de la región para contactar con un informador, y esto debía impedirse. Según contó, ellos no podían actuar porque sus movimientos podrían alertar al informador. La misión que les encargaba sería acabar con el asesino e impedir que se reunieran. A cambio de colaboración de la familia Dy'rak, tratarían de influir para apoyarla en la votación del Senado de esa misma tarde para crear una milicia conjunta que defienda los dos territorios, que podrían empezar así un período de relativa paz.

Les indicó que si había más preguntas, éstas se hicieran al droide que entraba en la sala en ese momento, un subordinado de la familia Vorian. El asesino llegaría esa misma mañana.

El senador decidió enviar a Gren Klein y Aurelius Glant a la misión, ya que Edvar Klein le acompañaría como guardaespaldas en el senado. Aurelius partió con el piloto Lan Cai Zarkot a recoger a Gren en la aldea donde operaba regularmente, mientras la lluvia caía sobre la lanzadera. Éste les esperaba en las afueras, donde aterrizó la nave.

En el viaje, se debatió qué hacer. En primer lugar se trataría de ir de incógnito, con las capas aislantes, puesto que sus ropas eran distintivas de la casa Dy'rak. Para contactar con el asesino, Aurelius sugirió actuar como si trataran de contratar a uno, proponiéndole, por ejemplo, que destruyera la nave, teniendo a Lan Cai previamente sobre aviso. Gren no lo veía claro, ya que después de todo podría tener éxito.

Al llegar, el terreno montañoso y abrupto, sin plataformas de aterrizaje, hizo que aterrizasen en una zona relativamente plana a media hora a pie de la aldea. Lan Cai trataría de interceptar las comunicaciones que hubiese por el lugar, mientras Gren y Aurelius se dirigían a la aldea. Buscaron algún bar, y entraron en el único que vieron. Eran cerca de las 10:00.

Los dueños eran relativamente jóvenes, un hombre y una mujer. Les dijeron que normalmente a esas horas no solía entrar nadie, ya que los habitantes estaban trabajando en la mina. Y a continuación, a raíz de una extraña petición de Aurelius al camarero de la taberna, tuvo lugar la invención de lo que se conocería desde ese momento como el Whisky Galáctico: un brebaje consistente mayoritariamente en whisky con leche que con el primer trago hacía que el consumidor se pusiera rojo y se le resecase toda la garganta, pero que al acabárselo con un segundo trago se recupera de estos efectos, y acaba descongestionándosele cualquier molestia que pudiese tener anteriormente. El camarero, sin embargo, empezaba a mirar mal a sus nuevos clientes. Tras seguir hablando sobre los trabajadores y sobre de dónde venían ellos (del otro lado de las montañas), y un poco sobre la ausencia de otras aldeas en las montañas, Aurelius pidió un "sandwich rodiano", y Gren una "tarta Amidala", las especialidades del día. Al seguir hablando, averiguaron que la mina estaba al otro lado de la montaña, al lado de la Fortaleza Vorian, que los mineros volverían en aerobuses para el descanso, que aparte de eso no había mucha gente más, como el alcalde, que vivía en las casas más grandes junto al bar, etc. Aurelius, para mantener la cooperación, ofreció otro crédito de propina alegando lo bueno que encontraba el sandwich.
Gren le confesó al dueño que estaban allí por alguien, y preguntaron si no había habido algún forastero más aparte de ellos. Les dijo que no, y que si hubiera lo sabría, ya que solían ir todos ahí a preguntar y pedir comida, justo como ellos. Además no había ningún servicio de comunicación público hacia allí, excepto el aerobús de los trabajadores y el que iba a la ciudad, y éste no empezaba a venir hasta las 12. No solía ir gente de fuera, sólo estaban los trabajadores. Quien se encargaba de mantener la ley era el alcalde, y si hiciera falta, la guardia de la fortaleza, ya que estaban cerca. Los trabajadores vendrían sobre las 12:30-13:00. Tras obtener toda esa información, preguntaron qué habría de comer (estofado nerf), y decidieron que volverían luego. El dueño les dijo que no se habían presentado, y que se llamaba Duncan. Aurelius le dijo su nombre, pero Gren no quiso dar toda la información y dijo que se llamaba Gern. Cuando iban a salir, el tabernero pareció recordar algo y se lo comunicó a ellos: "¡Ah! Por cierto, ¡estén atentos a la votación del Senado de esta tarde!". Gren se alegró de que sacara el tema, y le preguntó qué opinaba del resultado, a lo que Duncan respondió que está a favor, debido al tema de los bandidos. Eran buenas noticias.

Cuando salieron del bar, Gren hizo una llamada a Lan Cai para preguntar si había conseguido captar alguna transmisión interesante, pero la respuesta fue negativa. De modo que decidieron dar una vuelta. Por las calles podían verse algunos niños jugando y tirándose a la cara el barro que se había formado con el último chaparrón.

Entre las 10:30 y las 11 llegaron un par de aerobuses con personal de la mina y un par de camiones con material. Algunos trabajadores comenzaron a sacar cajas de material de un almacén para llevarlo a la fortaleza, mientras que otros entraron en el bar. Aurelius pensó que, dado que nadie más parecía un forastero y en una aldea así encontrar a quien buscaban podía resultar o muy fácil o engañosamente difícil, tal vez la mejor idea fuese regresar al bar y tratar de mezclarse con los trabajadores para preguntar si había alguien nuevo en la mina o algo parecido. De modo que entraron, sobre las 11:30. Dentro, los trabajadores tomaban sandwich rodiano y tarta mientras parecían hablar sobre la bebida. Estaba claro que el camarero había empezado a servir whisky galáctico a los clientes, algunos de los cuales tenían la cara roja. El camarero les saludó al verles entrar.

Aurelius: Parece que más whiskies galácticos, ¿eh?
Duncan: Sí, es que quiero recopilar información sobre los efectos de este brebaje.
Gren: (sorprendido) ¿Y lo prueba en la gente?
Duncan: (señalando a Aurelius) Él lo ha probado y sigue vivo… Además, es whisky y leche, lo único que pasa es que tiene un sabor interesante…

Aurelius utilizó el tema para entablar conversación con algún trabajador, que les identificó inmediatamente como provenientes de las llanuras, para diversión de Duncan. Aurelius le dijo que estaban buscando a alguien de fuera, y les respondió que no había visto a nadie aparte de ellos dos, aunque acababa de llegar una speeder bike a la aldea. Gren decidió ir a inspeccionar los alrededores mientras Aurelius se quedó en el bar tratando de obtener más información. Bastaría con que Gren pulsase un botón del comunicador para que Aurelius se reuniera con él. Sin embargo, en el mismo momento en el que salía, alguien vistiendo una capa gris con capucha pasó por su lado y entró en el bar. El personaje se giró mirando a Aurelius, y se sentó en una silla del fondo del establecimiento, moviendo la pierna aparentando nerviosismo. Gren decidió entrar fingiendo que olvidó algo, y adoptando una posición que hiciera difícil a los otros clientes entender sus palabras, le indicó a Aurelius fijarse en el individuo encapuchado. Aurelius se disculpó y se dirigió a la barra, para decirle al camarero que iría a la mesa de aquél hombre, pidiéndole que les sirviera dos whiskys galácticos. Pidió a Gren que le dejase ocuparse de esto y que él se quedase hablando con los mineros, pero que le cubriera. Gren desenfundó la carabina con cuidado, y muy sigilosamente la apuntó por debajo de la mesa hacia la de aquél hombre, en modo aturdidor. Justo en ese momento, el misterioso personaje se giró y mira en dirección a Gren, para a continuación volver a ignorarle.
Mientras tanto, los whiskys galácticos ya estaban listos, y Aurelius llevó los dos a la mesa del encapuchado, sentándose frente a él y ofreciéndole probarlo. El desconocido, extrañado, preguntó: "¿Whisky… galáctico?" Aurelius le dijo que era una nueva bebida que habían inventado entre él y Duncan, el dueño del bar, y le indicó que debía tomar dos tragos. El personaje le dio las gracias, pero preguntó quién era su interlocutor, con una voz que sonaba joven. Aurelius le respondió simplemente que le vio nervioso, y pensó que el whisky galáctico le podría venir bien. El desconocido, con el rostro oculto por la capucha, lo rechazó amablemente, mientras Aurelius se volvió más y más insistente poniendo a prueba su paciencia. Ante la negativa a beber, Aurelius le ofreció probar el sandwich rodiano, cuyo nombre sorprendió al personaje, haciéndole preguntar en qué consistía (básicamente en un sándwich vegetal con lechuga galáctica [con leche]). Al final, adoptando una actitud más serena, Aurelius le dijo que sólo trataba de romper el hielo, y que se tomase algo con él.

Encapuchado: Me gustaría estar solo unos momentos.
Aurelius: No… Eso es muy frío… Una pregunta.
Encapuchado: Espero que sea la última.
El personaje continuaba moviendo la pierna, nervioso.
Aurelius: Qué impaciente. —Hizo una pausa— Entre tú y yo. Es que… bueno, en verdad serán dos o tres preguntas, pero bastante relacionadas. ¿Puede ser? —Esperó un momento antes de continuar— Usted no es de aquí, ¿no?
Encapuchado: No.
Aurelius: Bien. Eh… mira, mejor volveré luego, ¿vale?
Encapuchado: De acuerdo…
Aurelius: Me voy, ¿vale? Pero quiero que te tomes el whisky aunque me vaya.

A continuación se fue a hablar con Gren.

Gren: ¿Tratabas de… ligártelo?
Aurelius: No, lo que intentaba era… hacerme un poco el tonto y luego intentar contratarlo. Pero no es el momento.
Gren: Ya, lo sé. Pero… si no sabes ni quién es…

Aurelius volvió con los mineros y se puso a hablar con ellos.

Aurelius: Qué poco amigable…
Duncan se acercó a él y entabló conversación.
Duncan: Em… ¿quién era? ¿Has descubierto algo? Es que… no le hemos visto nunca.
Aurelius: Ya, ya veo.
Duncan: ¿Has podido ver de qué especie es?
Aurelius: No… Ni siquiera tenía acento al hablar básico. Muy poco amigable el hombre, y no ha querido beber whisky galáctico, no sé por qué.
Duncan: Hm. Entiendo.
Aurelius: Es bastante sospechoso.
Duncan: No… En fin, déjenlo. Supongo que habrá sido un forastero que estará de paso.
Aurelius: Sí.
Gren: Como nosotros, ¿eh?
Duncan: O algún espía de una facción rival… o a lo mejor algún contacto con los bandidos. Quién sabe. En fin, lo más probable es que no haga nada. Creo que estamos demasiado cerca de la fortaleza como para que intente algo. —Se giró— ¡Cariño, ven un momento!
La mujer salió de la cocina, y él le susurró algo. Ella se dirigió a la mesa del individuo de la capa gris y le retiró el vaso. Tras eso, le susurró algo al marido, y se fue para dentro. Sonreía.

Aurelius estaba nervioso, ya que pensaba que era posible que la mujer de Duncan fuera el informador que estaban buscando, y en ese momento le hubiera pasado una nota al personaje. Si esto había sido así y el personaje de la capa era el asesino, la misión podría haber fracasado justo delante de sus ojos.

Aurelius: Voy a pedirle algo a Duncan. Un batido estelar.
Gren: ¿Le has pagado ya el whisky?
Aurelius: Demonios, no. Voy a pagar. —Tras la transacción decidió preguntar— ¿Sabéis algo más sobre el hombre?
Duncan: No, simplemente se lo hemos retirado porque parecía que le molestaba.
Aurelius: ¿El whisky galáctico? No lo ha probado, ¿verdad? No lo ha llegado a tocar.
Duncan: No.
Aurelius: Pues creo que me lo beberé yo.
Gren: Bien… bebercio…
Aurelius: Es que ya que lo voy a pagar…
Se bebió los dos tragos, con sus consiguientes efectos.
Aurelius: Rico, como siempre.
Gren rió.
Aurelius: Entonces nada. Bueno… Pago esto… ¿y un batido estelar, por favor?
Duncan: Vale…
Se lo sirvió.
Aurelius: —dirigiéndose a Gren— ¿Quieres uno?
Gren: No… —le miró extrañado— Tras tanto beber tendrás que ir al baño, ¿no?
Aurelius: ¡Yo estoy bien!
Aurelius pasó a continuación a seguir charlando con los mineros, sin perder ojo al tipo.

Gren seguía en la misma postura que antes, y poco después el misterioso personaje se levantó, y se dirigió hacia la barra. Gren, fingiendo que sería algo normal por la apariencia que tiene, le miraba todo el rato mientras caminaba. El personaje sacó una mano verde de la capa, y Gren se dio cuenta inmediatamente de que se trataba de un rodiano. Duncan se acercó a él y empezaron a hablar sin que se les pudiera oír, de modo que Aurelius se dirigió a la barra de inmediato, interrumpiendo para hablar con Duncan.

Aurelius: Perdón, perdón, una cosa…
Duncan: ¿Sí?
El dueño del bar estaba muy nervioso, y tenso.
Aurelius: Se nos ha acabado el batido estelar. ¿Puede ponernos otro, por favor?
Duncan: Sí. ¡Cariño!
La mujer fue y le puso otro. Pero Aurelius, viendo que estaba pasando algo sospechoso, estaba decidido a interrumpirles. Iba a hacer de cansino total. Se apoyó en la barra con los dos codos, pero se manchó.
Aurelius: Ah… esto está manchado. ¿Me dejas una bayeta, por favor?
Limpió un poco, y prosiguió.
Aurelius: Póngame un café galáctico, que es lo que se ha tomado mi compañero antes…
Duncan: ¿Podría pedírselo a mi mujer, por favor? Es que ahora mismo estoy ocupado en unos asuntos.
Aurelius: ¿Ocupado, eh? Hahaha, ya veo.
Duncan le miró de mal humor.
Duncan: ¿Tiene algún problema? Y mire que usted me caía bien…
Aurelius: No… es que estaba pensando en… en si conocía al amigo que antes ha sido tan maleducado conmigo. Es que me siento un poco ofendido.
Duncan: No, le acabo de ver por primera vez.
Aurelius: Por primera vez. Ya… hmm… Vale, vale. Entiendo. Pues nada, nada, yo estaré aquí, tragándome una cerveza planetaria.
Mientras, Gren se acercó con el bláster bajo la capa, y se apoyó en la barra, al otro lado del rodiano.
Gren: Buenas…
El personaje de la capa ni se inmutó.
Duncan: Hola. –Mira al rodiano— Venga conmigo.
Se alejó, y abrió la pequeña puerta para que entrase en la barra.
Gren: Anda, ¿pero entonces se conocen de algo?
Aurelius: Según decía él no, pero parece ser que sí.

El rodiano les ignoró completamente y se fue dentro con Duncan. Gren y Aurelius empezaron a susurrar entre ellos posibles planes de acción.
Aurelius: ¿Les partimos la cara? Me están cabreando, lo siento.
La mujer salió a atender.
Gren: Podemos provocar un conflicto diplomático entre las dos regiones…
Aurelius: Ya, evidente… ¿No podemos provocar un problema con la luz o algo para colarnos dentro? Argh… —Quedó pensativo un momento— Vale. Vamos a entrar a pedir la hoja de reclamaciones. Ya.
Gren: Entra, entra.
Aurelius: ¡Ven conmigo, anda!

Gren se dio cuenta que tal vez la mujer sirviera de ayuda.
Gren: —A la mujer— ¿No se conocen? Pues parece que se conozcan…
Mujer: Eh… no, es… un enviado.
Gren: Enviado… Alguien le enviará…
Mujer: ¡Métanse en sus asuntos…! ¿Qué les pasa?
Gren: ¡Es que en este pueblo no hay nada que hacer…!
Aurelius: Es que, digamos que es importante, ¿vale? Es un asunto bastante importante y la verdad es que necesitamos esa información ya. —Entonces, tratando de persuadirla, la miró a los ojos y prosiguió— Es un asunto bastante importante. Y digamos que todo el rato estamos bastante… haciendo un poco el tonto, y el pesado… —Se puso más erguido.
Mujer: Le apuesto lo que quiera a que no tiene nada que ver.
Aurelius: ¿A que no tiene nada que ver con qué?
Mujer: Con lo que sea que estén buscando.
Aurelius: ¿Cuánto nos apostamos? —Puso la mano en la mesa.
Mujer: … Cien mil créditos.
Aurelius: Si los tuviera los apostaría.
Mujer: Pero no los tiene.
Gren: —Sorprendido— ¿Usted los tiene?
Mujer: No, pero… sé que es verdad.
Aurelius: ¿Ah, sí? Quién sabe.
Mujer: Y, lamentablemente, me parece que voy a tener que pedir que se vayan del bar.
Se hizo un silencio.
Gren: Claro… Ahora tiene la receta del whisky galáctico, ¿verdad?
Aurelius: Sabe que la podemos llevar a juicio por el whisky galáctico, ¿verdad?
Mujer: En realidad no. Si quieren llevarse la receta, me da igual. No me importa absolutamente nada.
Aurelius: El conocimiento no nos lo podemos llevar…
Gren: Mmmm… Pero, no negará que ha resultado sospechoso… La única otra persona… Bueno, sé que nuestra actitud, ha resultado bastante sospechosa también.
Mujer: Sí, lo iba a decir, precisamente. Ahora mismo tenemos problemas y no queremos que nos importune, así que, por favor, salgan de aquí.
Gren: Bueno, tienen problemas… Si podemos ayudar…
Mujer: No, ya han hecho suficiente, gracias.
Gren: Ya, la verdad… Pero ha sido él. —Dijo señalando a Aurelius y sonriendo.
Mujer: Ya… en fin…

Se apartó de ellos. En este momento ya todo el bar les miraba mal. Gren se dirigió a su compañero y repentinamente cambió de actitud.

Gren: Es que eres imbécil.

Ambos se plantearon por un momento iniciar una pelea entre ellos en el bar por si con el tumulto pudieran averiguar algo más o desencadenar algún otro acontecimiento que suponga progresos en su misión, pero abandonaron debido a que todo el mundo sabía que estaban juntos e iban a quedar peor. Decidieron hacer como que se enfadaban el uno con el otro por si Gren se salvaba de la mala opinión del personal y puediera seguir indagando.

Gren: Todo esto ha ocurrido por tu culpa.

Aurelius abandonó el bar, pero intentó buscar alguna salida trasera por la que el rodiano pudiera haber escapado, sin éxito. La mujer siguió ignorando a Gren, que decidió salir también fuera del bar. Ambos inspeccionan el exterior del edificio buscando cualquier ventana o salida que se les hubiera podido pasar por alto. Gren activó el comunicador.

Gren: Lan Cai.
Lan Cai: ¿Pasa algo?
Gren: Sí. Em… ¿puedes mirar si la nave tiene algún sistema para interferir todas las transmisiones del pueblo para que nadie pueda comunicarse?
Lan Cai: No.
Gren: ¿Y has… detectado alguna?
Lan Cai: Tampoco. Este pueblo es muy aburrido.
Aurelius: Maldita sea…
Gren: Justamente estaba pensando lo mismo.
Lan Cai: ¿Pero ha pasado algo?
Gren: La verdad es que hay un tipo aquí muy sospechoso, pero… cierto noble la ha liado.
Aurelius: Es que pegarle un tiro sin más no era correcto.
Gren: Y… bueno, ahora somos personas non gratas en este bar. Pero queremos encontrar algo.
Lan Cai: Seguid investigando en ello.
Gren: Sí, lo intentaré…

Gren y Aurelius decidieron caminar alrededor del edificio por separado. Tras largos minutos, cuando sólo la posibilidad de provocar un conflicto diplomático que les obligaría a abandonar el planeta por su propia seguridad les impedía tratar de asaltar el piso superior utilizando arpones y cable, decidieron volver a la nave. Pero en ese momento vieron salir al tipo de la capa. Aún sabiendo que lo notaría, Gren decidió que lo mejor era seguirle. El rodiano giró la cabeza pero luego siguió andando, y Gren desenfundó el bláster y lo llevó preparado debajo de su propia capa, listo para aturdir al desconocido si intentaba empezar a correr. Éste llegó a su speeder bike y encendió el motor, de modo que Gren le apuntó con su arma y disparó, fallando estrepitosamente. El rodiano entonces se giró, se quitó la capucha, y le dirigió una mirada severa.

Rodiano: ¿Qué estás haciendo?
Gren: Se me ha disparado sola… Lo siento. —Mientras, se acercaba— Sé que es malo ir con…
Rodiano: No des un paso más. Me estáis tocando las narices ya.
Gren adoptó un tono desafiante, y no pudo resistirse a hacer el chiste.
Gren: ¡Los rodianos… no tienen… NARIZ!

Al caer en la cuenta de lo que acaba de decir a un personaje potencialmente muy peligroso, Gren se apresuró a cubrirse tras una casa, pero de repente su preciada carabina se contrajo sobre sí misma quedando convertida en un amasijo inservible.

Gren: ¡Aaaah! ¡Hijo de tu madre sin nariz!

Mientras Aurelius trataba de pensar antes de actuar, Gren decidió que dispararía el arpón a la speeder bike para a continuación atarla a algún edificio y evitar su escape. Antes, Aurelius decidió llamar al piloto.

Aurelius: Tenemos problemas. Si pudieras venir estaría bien. Y además, ya que estás, mira si puedes interceptar una comunicación.
Lan Cai: Sólo detecto una comunicación, encriptada. Y no puedo descifrarla.
Aurelius: Mierda. Grábala igualmente.
Lan Cai: De acuerdo.

La nave despegó de su lugar de aterrizaje a las afueras y el rodiano, mientras tanto, apagó la speeder bike y caminó lentamente hacia Gren y Aurelius, que quedó paralizado por el miedo mientras el individuo de la capa pasaba por su lado sin inmutarse y se dirigía hacia el bar.

Gren: ¡Eh! ¿Quién eres tú?

El rodiano le ignoró, y lo siguió haciendo mientras Gren sacaba su cuchillo, aún sabiendo que no le serviría de mucho ese arma. Pero la nave se aproximaba y se puso a nivel del suelo, y Gren y Aurelius entraron rápidamente. Gren se dirigió a la cabina y le pidió su arma a Lan Cai mientras éste elevaba la nave de nuevo, para a continuación dirigirse con la pistola activada en modo aturdidor a la compuerta aún abierta. Los aerobuses de la mina habían llegado hacía poco, de modo que empezaba a haber gente en el pueblo, pero Gren trató de disparar al supuesto asesino. Cuál sería su sorpresa al verse alcanzado inexplicable y dolorosamente por su propio aturdidor.

Gren: ¡Aah! ¿Qué demonios es este tío?

El rodiano en ese momento les miraba fijamente con la capa ondeando al viento y un sable láser azul en la mano.

Gren: ¿¡Ese tío es un caballero jedi!?

Las caras de Aurelius y Gren mostraron una expresión de horror, al darse cuenta de a quién habían atacado, y en todas las consecuencias que sus últimos actos podían traer tanto sobre ellos mismos como a toda su región. Gren aún no podía moverse por completo y el dolor era intenso, pero aún podía hablar.

Gren: ¡Llama al senador…! ¡Cuéntale lo que está pasando…!
Aurelius: No, un momento. —Se dirigió a Lan Cai— Eh… ¡para la nave! Aparquemos. Esto ha sido un malentendido probablemente. Cuando esté un poco bajo…
Lan Cai: ¿¡Pero qué demonios habéis hecho!?
Aurelius: …salgo, ¿vale? Eh, ahora hablamos, un momento.
Lan Cai: ¿Qué diablos…?
Aurelius: Intenta bajar un poco la nave y yo salto, a poca altura, para hablar con él.
Lan Cai: Por todos los dioses. Pero qué… La habéis fastidiado.

Tras bajar, Aurelius levantó las manos para que el jedi viera que no le intentaba atacar.
Rodiano: Tira el arma.
Aurelius: ¿Eh?
Rodiano: ¡Tira el arma!

Aurelius la sacó del cinto y la dejó caer al suelo.
Rodiano: Déle una patada hacia aquí.

Cuando el arma llegó a sus pies, el jedi la cortó en dos, ante la sorpresa de Aurelius.

Rodiano: Desconectad la nave.
Lan Cai: ¿Dónde? Aquí no se puede aterrizar. —El jedi señaló en una dirección.
Rodiano: Ahí mismo. Aterrizad.

Lan Cai tuvo que hacer un gran esfuerzo por dejar la nave en lugar estable, sin peligro de que ésta volcase yendo a parar encima de las casas.

Aurelius: Alguien debería mandar una señal al senador mientras…

La nave aterrizó.

Rodiano: Apagad motores y salid fuera.
Aurelius: ¿Puedo preguntar por qué?
Rodiano: Hacedlo.

Lan Cai obedeció, pero conectó el comunicador con la oficina del senador, sin decir nada, dejándolo abierto.

Rodiano: La pistola bláster al suelo. Y acercádmela.
Aurelius: Pero si no te podemos hacer nada con eso, ¿para qué quiere…?
Rodiano: Que lo hagáis.
Lan Cai: Conteste una pregunta. ¿Quién es usted?

Lan Cai estaba muy serio, rechazando acatar órdenes de primeras por parte de alguien a quien acababa de ver por primera vez, y que al parecer exigía responsabilidades por acciones de las que él no tenía noticias.

Lan Cai: Yo no he hecho nada. ¿Qué quiere usted? ¿Qué está pasando aquí?

El piloto fue alzado en el aire un par de centímetros y se acercó hasta justo delante del jedi.

Lan Cai: Ah, interesante, así que tenemos aquí a alguien con poderes de la Fuerza.

El cabreo de Lan Cai hacia sus compañeros superaba cualquier atisbo de temor que pudiera aparecer ante la presencia de alguien tan poderoso.

Lan Cai: Y bien, me ha acercado a usted, pero la pistola no la tengo yo, la pistola está en la nave con el otro.

Aurelius en ese momento pensaba que el que acabasen todos muertos empezaba a ser una posibilidad. El jedi le asestó un codazo a Lan Cai por su insubordinación, pero éste siguió mirándole fijamente. Tras ser dejado caer al suelo, simplemente se levantó frente a él.

Rodiano: He dicho que me acerquéis la pistola bláster.
Lan Cai: ¿Qué hago, vuelvo para atrás entonces?

El jedi, con la paciencia perdida, apuntó con la espada láser, caminó hacia el bláster y lo cortó también en dos, bajo la mirada enojada de Lan Cai, y pateó con la pierna a Gren.

Rodiano: Poneos en fila, y llevaos a éste.
Lan Cai: Exijo una explicación, señor.
Rodiano: —Su voz adquirió un tono duro— La exijo yo. Hacedlo.
Lan Cai: No hay ningún problema, le explicaremos lo que está pasando.
Rodiano: De momento ustedes me han atacado sin motivo ninguno. Coged a éste y ponedlo ahí delante.

Al oír esto, Lan Cai echó una dura mirada a Aurelius y Gren mientras ayudaba a mover a este último, maldiciendo entre dientes la inutilidad de sus compañeros.

Aurelius: Esto no me gusta un pelo…

En ese momento, el jedi apagó el sable de luz y lo guardó. Lan Cai seguía mirándole muy mal.

Rodiano: Nombres.
Lan Cai: ¿Nombres…? —Hizo una pausa— Lan Cai.
Aurelius: Yo le diré el mío si antes me dice el suyo. Con todo el respeto.
Rodiano: Biks Bith (¿?¿?¿). Le toca.
Aurelius: ¿Biks Bith? ¿Algo más?
Rodiano: No te interesa de momento. Dime tu nombre.
Aurelius: Aurelius Glant…
Rodiano: ¿Y el gracio… —Se contuvo— ¿Y el… intranquilo?
Lan Cai: El intranquilo… se llama Gren.
Rodiano: Entiendo. ¿A qué viene todo esto?
Lan Cai: Yo he venido aquí a pilotar. En misión especial de… —Aurelius interrumpió antes de que Lan Cai revelase nada.
Aurelius: Bueno, antes de nada… En teoría estábamos buscando a una persona. Quizá nos hayamos confundido y no sea usted a quien estábamos buscando. Si ese es el caso, mis más sinceras disculpas. No pretendíamos… molestarle.
Rodiano: Han atacado a un Jedi, de la República.
Aurelius: ¿Un Jedi de la República? Con el mayor respeto que se le merece a un caballero Jedi, yo pensaba que las formas eran diferentes.
Rodiano: ¿Las formas? No sólo me han estado atosigando todo el rato, inmiscuyéndose en asuntos de los Jedi, sino que me han seguido y me han atacado.
Aurelius: Si usted hubiera sido claro desde el principio, yo me habría apartado sin ningún tipo de reparo…
Lan Cai: ¿Ser claro? Ni que te debiese una explicación un Jedi a ti…
Aurelius: No me la debe, pero… si quiere apartarme rápido, es una buena forma.
Rodiano: No tengo que dar explicaciones a todo el mundo que se me cruce por delante.
Aurelius: Y no le he pedido que me dé ninguna explicación…

Lan Cai, mientras tanto, veía buenas razones en los argumentos de ambos, mientras trataba de hacerse una idea de en qué situación exactamente se estaba viendo involucrado. Estaba enfadado con lo ocurrido, y sin saber aún a quién debe culpar por ello.

Aurelius: Bueno, el problema, principalmente, es que… probablemente le hayamos confundido con alguien que no es.
Rodiano: Pues son unos inútiles.
Aurelius: Bueno, bien, no era nuestra intención molestarle. Pero tampoco me parece…
Rodiano: Pues sí que lo parecía…
Aurelius: Bien, puede ser. De todas formas, aún así… Me gustaría estar seguro de que estoy tratando con un caballero Jedi. La Fuerza no es una muestra suficiente como para…

Lan Cai volvió la cabeza hacia Aurelius, echándole una mirada como si éste acabara de perder el juicio. El rodiano decidió también mirarle fijamente, para a continuación ignorarle y girarse, dirigiéndose de nuevo hacia el bar.

Lan Cai: ¿Y bien…? —Miró a Gren— ¿Qué demonios habéis hecho? Es que si yo estuviera en su lugar… no sé si hubiera respondido amablemente. No tiene que daros ninguna explicación, no tiene que identificarse como Jedi, no tiene que decir por qué está aquí.
Aurelius: Ya, pero… hombre. Que luego no me diga que yo soy un pesado.
Gren: ¡Actuaste como un pesado a propósito…! Normal que piense que eres un pesado.
Aurelius: Claro. Pero aún así… eh… bueno, da igual. El asunto es que… ha usado la Fuerza contra nosotros.

Lan Cai usó su comunicador.

Lan Cai: ¿Senador?
Pol-Taar: Sí.
Lan Cai: ¿Ha oído todo esto?
Pol-Taar: Eh… sí. Bueno, no se oía demasiado bien todo, pero suficiente, supongo.
Lan Cai: ¿Qué opina? ¿Tiene alguna información al respecto? ¿Qué hace un Jedi aquí?

Aurelius en este momento sólo esperaba que la misión no fuera una trampa para que intentasen atacar a un caballero Jedi y poner a su región en contra de su orden. Lan Cai también estaba bastante preocupado.

Lan Cai: ¿Puede contactar con quien nos ha encargado la misión, para pedir una explicación de todo esto?
Pol-Taar: Sí, podemos intentarlo.

La comunicación entre el senador y su hombre de confianza terminó, y el primero inició una transmisión con el representante de la casa Vorian.
Representante: ¡Hola…!
Pol-Taar: Hola. Una pregunta sobre el asunto que tenemos entre manos. ¿Sabemos algo sobre el asesino?
Representante: No, básicamente no. Como es una aldea pequeña, supuestamente cualquier persona sospechosa, en un principio… ¿Por? ¿Ha pasado algo?
Pol-Taar: Mmm… no. Por ahora no. Aunque puede ser que pase, porque con esa descripción tan vaga cualquiera puede parecer ser el asesino y luego ser, yo qué sé… un caballero Jedi.
Representante: Jajaja, sería muy gracioso…
Pol-Taar: Sí, ¿verdad? Bien, si no sabe nada, pues no hace falta que…
Representante: Un momento, espere… Porque… lo ha dicho en broma, ¿verdad?
Pol-Taar: ¿Yo? Claro.
Representante: Porque seguro que no han atacado a ningún caballero Jedi…
Pol-Taar: ¿Eh? Por favor…
Representante: Que… no me gustaría nada comprobarlo… ¿Ha pasado algo?
Pol-Taar: No, no, no. Al menos por ahora.
Representante: Vale, bueno, pues nada… ¿Me necesita para algo más?
Pol-Taar: No, gracias.

El senador cortó la comunicación, y volvió a llamar a Lan Cai.

Lan Cai: ¿Y bien?
Pol-Taar: Arreglad lo del caballero Jedi, por favor…
Pocas veces había visto Lan Cai al senador tan nervioso.
Lan Cai: Pero, ¿cómo que arreglemos…? Precisamente he dicho que contacte con él para tratar de arreglar este asunto. ¿Qué le ha dicho? Si no ha arreglado esto…
Aurelius: Bueno, vamos a hablar con el caballero Jedi ya.

Empezó a correr hacia el bar.

Lan Cai: No sé si será adecuado que vayas tú solo. —Se dirigió hacia Gren— Tú, dentro de la nave. Ciérrala desde dentro.
Gren: —Aún magullado— Sí, señor…

A continuación siguió a Aurelius dentro del bar, temiendo que las cosas empeorasen. El rodiano, sentado en la misma mesa pero sin que la capucha le cubriese la cabeza les miró nada más entrar, y movió la cabeza para sí mismo en un gesto entre reprobatorio y exasperado. Pero Aurelius estaba decidido a disculparse de nuevo.

Aurelius: Em… si es usted un caballero Jedi, mis más sinceras disculpas. No pretendía molestarle. Para nada. Ha sido un grave error.
Rodiano: Las acepto.
Aurelius: No quisiera que supusiera ningún problema para nadie esto. La verdad es que me arrepiento enormemente de mi error.
Rodiano: Bueno, nadie importante ha salido herido.
Lan Cai: Yo todavía no sé muy bien qué ha ocurrido aquí pero… si lo que usted dice es cierto se llevarán una buena nota en su expediente.
Rodiano: Ya, me imagino…
Aurelius miró a Lan Cai preocupado, antes de continuar.
Aurelius: Y ahora, si me permite… ¿Podría hablar de otro asunto? Bueno, la verdad es que tiene mucho que ver con éste.
Rodiano: Bueno —Resopla—. Ya, total… Supongo que no pueden empeorar la situación. Supongo.
Lan Cai: Yo espero que no.
Tanto el jedi como Lan Cai le echaban duras miradas.
Aurelius: Tú calla. No estabas aquí.
Lan Cai: No sé si hubiera sido mejor no saber las cosas…
Aurelius: Quizá no. En fin… ya hablaremos de eso. —Miró al Jedi— Verá… Resulta que nosotros hemos venido aquí buscando a una persona en concreto porque iba a hacer algo… malo, digamos.
Rodiano: M-hm. ¿Como ustedes?
Aurelius: Ejem. No era nuestra intención, esa…
Rodiano: Pues eso no es lo que percibí yo todo el rato en el bar…
Aurelius: Le confundimos con otra persona. Pensamos que era aquél a quien estábamos buscando, y no era usted.
Rodiano: Bueno, no sé. Desenfundar armas y amenazar a alguien… Además de que no pueden engañar a un Jedi. Sus sentimientos les traicionaban.
Aurelius: Por supuesto yo no estoy dic… es decir… si usted es un Jedi, puede percibir perfectamente que yo no estoy mintiendo ahora mismo, ¿verdad? No estoy mintiendo, todo lo que estoy diciendo es verdad…
Rodiano: Entonces, esa sensación de peligro y esas ganas de matar que detectaba, ¿qué eran?
Aurelius: Mías seguro que no.
Lan Cai: ¿Ganas de matar?
Rodiano: No estoy hablando de usted, usted solamente era… pesado.
Aurelius: Era lo que intentaba ser, la verdad. Así que lo he hecho bien, según parece.
Lan Cai: Puede que esos sentimientos estén relacionados con… nuestros motivos de estar aquí.
Aurelius: Exacto.
Lan Cai y Aurelius: —Hablaron a la vez— La persona que estamos buscando…
Rodiano: No, no, no, se confunden. El gracioso de la carabina.
Aurelius: Ya, ya, ya, no, sé de lo que está hablando, sé de lo que está hablando. Eh… quiero decir… ¿Aquí es un lugar seguro para hablar? Lo digo porque quizá no sea…
Rodiano: Sí… los dueños son… de fiar.
Aurelius: Bien. Se supone que estamos buscando a un asesino.
Rodiano: Hmm… Además de su amigo ¿?desde el punto de vista simbólico¿? si preguntan eso. [NOTA: Nos resulta imposible descifrar en la transcripción esta línea de diálogo. Se muestra lo más aproximado que se pudo discernir, aunque estamos seguros de que las palabras entre interrogantes no son las correctas. Pedimos disculpas]
Aurelius: Se supone que teníamos que acabar con el asesino.
Lan Cai: Dudo que le haya disparado a matar. Sé que es… bastante indisciplinado, pero no suele disparar…
Rodiano: No, si era aturdidor, pero… no da mucha confianza que te sigan y que te disparen para aturdir.
Aurelius: Sí, por eso era… de ahí venían, supongo, las…
Rodiano: Casi hubiera preferido que hubieseis disparado a matar. Por lo menos yo tendría claras las cosas.
Aurelius: Bueno. Pues por eso era… Todo lo que ha ocurrido ha sido por eso. Entonces, me preguntaba si su estancia aquí tenía algo que ver con eso.
Rodiano: Para nada. Asuntos de los Jedi. Perdone que no confíe absolutamente nada en ustedes.
Aurelius: Si usted es un Jedi, deberá saber que no estoy mintiendo. —Sonrió.
Rodiano: ¿Y eso qué tiene que ver?
Aurelius: Pues… que mis intenciones no son malas.
Rodiano: Los Jedi tampoco podemos… leer la mente.
Aurelius: No, pero supongo que…
Lan Cai: –Le miró extrañado— Siempre creí que sí.
Rodiano: Pues se equivoca. Eso no está demasiado bien visto, que digamos.
Aurelius: Tampoco hace falta que me cuente su misión, ni quiero que lo haga. Si mi misión no tiene nada que ver con lo que dice… tampoco me interesa la suya. Pero como se acerca… Bueno, supongo que si está aquí tendrá alguna idea de lo que se supone que va a haber ahora, una votación del senado del planeta.
Rodiano: La verdad es que no. He llegado hoy al planeta.
Aurelius: Ahá. —Aurelius miraba de vez en cuando a su alrededor por si alguien escuchaba la conversación— Pues va a haber una votación sobre una ley para la protección…
Rodiano: No me interesa la política. No he venido a eso.
Aurelius: No, no, no es por eso. Se supone que un asesino quiere interferir en esos asuntos.
Rodiano: ¿Y? Los Jedi no tenemos que entrometernos en los asuntos de los demás. Somos simplemente guardianes de la paz.
Aurelius: Se trata de eso.
Lan Cai: Exactamente en eso consiste el problema.
Aurelius: Lo que se va a votar tiene que ver con la paz en este planeta. Por eso queremos intentar evitar intromisiones.
Lan Cai: La situación es la siguiente: en esta región del planeta hay dos facciones. Están incomprensiblemente desde hace… décadas, en guerra.
Rodiano: Y ustedes son de una de esas facciones.
Lan Cai: Sí, aquí neutral… sólo son los bandidos de estas zonas. Resumiendo: esa votación podría significar el fin de las hostilidades entre las dos zonas. Y nuestra misión aquí tiene que ver con una colaboración que podría dar un vuelco a la votación y traer la paz por fin.
Rodiano: No lo sé. No he venido a solucionar asuntos locales.
Lan Cai: Sí, precisamente… me preguntaba qué podía traerle aquí si el asunto más importante que está ocurriendo no…
Rodiano: Mire que son entrometidos. —No podía creer que volvieran otra vez con eso. Tenían suerte de estar tratando con un jedi benévolo. En teoría.
Lan Cai: Mis disculpas.
Rodiano: Lo siento, pero no se han ganado ni mi respeto ni mi confianza, así que no pienso decirles nada. Si me disculpan…

Acto seguido el Jedi se levantó y se fue.
Lan Cai: Comprendo.

La mirada que dirigió el piloto a Aurelius era una mezcla de enfado y frustración. Un Jedi podía haber sido de mucha ayuda en este asunto, y tal vez hubiesen conseguido su confianza de no ser por ellos dos. Aunque era verdad que Aurelius no fue amenazante. Pero Gren… tendría que hablar seriamente con él.


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3 comentarios:

  1. Muy épico. Aunque la liamos mucho, no me arrepiento. Nos divertimos bastante, que es lo que importa. xD

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  2. Ya ves… Pero personalmente yo estoy deseando ver cómo acaba esto :P xD

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